Naucalpan, uno de los municipios conurbados del Estado de México, enfrenta una espiral de violencia que ha sacudido a la comunidad. Bajo la gestión de la alcaldesa Angélica Moya Marín, la inseguridad ha alcanzado niveles alarmantes, posicionando a Naucalpan entre las cuatro ciudades más violentas del país, de acuerdo con datos recientes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Un factor crítico que contribuye a esta crisis es la falta de vínculos locales entre la fuerza policial y la comunidad. Según informes, ninguno de los altos mandos policíacos es oriundo del municipio. Los 20 jefes de la policía provienen del norte del país y sólo laboran de lunes a jueves en Naucalpan, ya que los viernes regresan a sus lugares de origen para reunirse con sus familias, tal como han reportado miembros de la organización “Policías Descalzos”.
Esta desconexión entre la fuerza policial y la comunidad ha dado lugar a una ola de delitos que continúa sin cesar. Los secuestros, robos de vehículos y asaltos en transporte público han visto un incremento del 100 por ciento. Mientras tanto, la alcaldesa Angélica Moya Marín mantiene un escuadrón de 10 escoltas para su protección personal, una medida que muchos ven como un uso desproporcionado de recursos en un momento en que la seguridad pública está en juego.
La situación en Naucalpan es reflejo de una problemática más amplia de inseguridad y violencia que aqueja a varias regiones de México. Los residentes y activistas exigen un cambio en la estrategia de seguridad, que incluye una mayor integración entre las fuerzas del orden y la comunidad, así como una gestión gubernamental más efectiva para combatir la violencia y garantizar la seguridad de todos los habitantes.
