Le arrebatan la vida y devoran su corazón en Neza

Le arrebatan la vida y devoran su corazón en Neza
Le arrebatan la vida y devoran su corazón en Neza

El escalofriante caso de Luis Alejandro, un hombre que asesinó y devoró el corazón de su víctima bajo la creencia de adquirir fuerza sobrenatural, ha resurgido en las redes tras una entrevista reveladora. El suceso, que en su momento horrorizó a la sociedad, vuelve a ser tema de conversación tras las declaraciones del convicto, quien cumple una sentencia de 40 años en el penal del Bordo Neza.

En una entrevista exclusiva con Saskia Niño de Rivera, Luis Alejandro relató los macabros detalles de su crimen, llevado a cabo hace una década. Alegó haber sido influenciado por fuerzas demoníacas y una interpretación errada de rituales aztecas, lo que lo llevó a cometer el homicidio con el objetivo de devorar el corazón de su víctima y así obtener poderes sobrenaturales.

Alejandro, diagnosticado con esquizofrenia, describió cómo fue presa de ideas delirantes que lo condujeron a establecer un supuesto pacto con un demonio para “convertir el mundo en tinieblas”. Según su relato, su desesperación espiritual lo orilló a buscar ayuda en entidades malignas, lo que eventualmente resultó en la comisión del horrendo crimen.

El caso tomó un giro aún más trágico cuando se reveló que fue la propia madre de Alejandro quien lo entregó a las autoridades, confesando los actos atroces cometidos por su hijo. La entrevista también destaca cómo, según Alejandro, fue inducido a consumir sustancias para obstruir la realidad de su plan diabólico.

En el contexto cultural, la referencia de Alejandro a rituales aztecas, donde según él, los guerreros consumían los corazones de los valientes para adquirir su coraje, resalta cómo una interpretación distorsionada de la historia puede alimentar delirios peligrosos.

El caso de Luis Alejandro no sólo ilustra la importancia de la atención en salud mental, sino también cómo las creencias erróneas y la desinformación pueden tener consecuencias mortales. Con 10 años ya servidos de su sentencia, el relato de Alejandro sirve como un sombrío recordatorio de los rincones oscuros a los que puede llegar la mente humana bajo circunstancias extremas.


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