Entre el temor y la desinformación y a pesar de que el Estado de México sigue en semáforo rojo por la emergencia sanitaria, en municipios de la zona nororiente se observó la apertura de al menos 95 por ciento de establecimientos comerciales entre esenciales y no esenciales, donde en algunas plazas en las que los restaurantes ya abrieron sus puertas se registró una asistencia mínima, todo bajo estrictos protocolos de ingreso para los visitantes.

Rostros ocultos en los cubrebocas no permitieron identificar las emociones de las personas, pero en el ambiente flotaba un sentimiento distinto, de inseguridad, de temor, de asombro y hasta de incredulidad, pues tras casi cuatro meses de confinamiento parece increíble que las cortinas de las tiendas departamentales se hayan levantado, y la gente pueda acceder como si ya nada pasara.

En la plaza comercial más importante de Ecatepec, “Las Américas”, el día inició muy temprano; el complejo de tiendas y restaurantes abrieron desde las 9:00 horas. El ir y venir de personas se empezó a incrementar mientras transcurrían las horas, pero nada fue como hace cuatro meses, a principios de marzo, cuando las caras de los compradores estaban descubiertas, sin cubrebocas y caretas.

El gel antibacterial, los oxímetros y los grandes letreros con las recomendaciones de “guarde su sana distancia”, y solo se permite el acceso de una persona por familia o hasta el que anuncia que está cerrado por la pandemia es observan en los establecimientos, así como una gran variedad de cubrebocas.

Algunas mujeres los usan de acuerdo con el color de su ropa para que combinen; los jóvenes lo portan con figuras en las que se observa una gran sonrisa o dientes de algún personaje.

Entre las personas que acudieron al centro comercial, donde los clientes pueden elegir productos de más de 250 marcas, ofertadas en 160 locales y más de 60 islas, fue notorio que algunos realmente requerían acudir a realizar alguna compra de calzado o ropa, pero en otros fue evidente que llegaron al complejo comercial a pasear o distraerse.

Los empleados de los negocios desinfectaban los aparadores, los asientos y el piso de los establecimientos, las filas más largas y lentas, como siempre se observaron en las instituciones bancarias, en donde la virtud de la paciencia es la más recomendable, ante la situación de emergencia que todavía se registra.

El signo más inequívoco de lo que fue el cierre de la plaza comercial por casi cuatro meses fueron los automóviles, esos que se estacionan en la gran plancha de la planta baja para que los clientes puedan verlos por dentro y por fuera.

Todos están cubiertos de una gruesa capa de polvo, porque sus vendedores aun no regresan, y sirvieron para que dejarán algún clásico mensaje como el de “Ya lávame”.

“Tenemos un medidor para cuidar que el aforo no exceda el 30 por ciento recomendado por las autoridades”, dijo José Luis Alvarado, gerente del centro comercial, quien destacó que en un buen fin de semana el complejo es visitado por entre 40 y 60 mil personas.

Agregó que la pandemia ha generado despidos de personal, sobre todo de intendencia y seguridad hasta en un 30 por ciento, pero confió en que la reactivación económica comience a “normalizarse” este fin de año.

“Estamos por necesidad económica; vivimos al día”, dijeron varios empleados de comercios, que hoy acudieron a sus empleos no obstante que el semáforo sigue en rojo.

“Debemos cuidarnos y adaptarnos a esta nueva normalidad”, aseguró Nancy “N”, encargada de una isla de cosméticos, sentir que prevaleció entre los trabajadores y vendedores que regresaron a sus actividades.

Via: Milenio.