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• Es ya urgente el cambio total del espacio público, más allá de “fobias políticas y miedos”. Del Naucalpan de hoy, habrá que ir todavía más allá del delicado tema financiero, las malditas herencias y los numerosos pasivos a resarcir.

En ese orden, no perder o perderse de vista, con esa de unas tantas realidades que se tienen, y virar a otros lados, y observar los crueles escenarios de destrozo, de maldad y una serie de calamidades.

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El precisamente escenario más cercano, ese que nos conduce al corazón mismo, al núcleo y/o centro del municipio-San Bartolo- qué referir de lo todo que prevalece por donde le busque.

Los compromisos futuros por ejemplo de líderes de comerciantes de vía pública, las amistades de campaña y las complicidades como siempre, con las autoridades en turno.

En contraste, y que a lo mejor puede ser y qué lo dudo, por aquello de los discursos de pagos de facturas por el compromiso al voto, el qué esperar que suceda en esta podrida aldea urbana.

Naucalpan centro, está completamente “desmadrado, huele a mierda, orines, corrupción e impunidad”; no hay duda, y de ello, una serie de conflictos y problemas que tampoco se superan.

Nadie quiere justamente “meter orden al desorden” y quizá porque así conviene a los uno y múltiples intereses en tal “nicho de oportunidad y éxito”.

Ese pedazo, ese trozo de tierra, ese perímetro densamente poblado, saturado y fétido, en el que las aceras y banquetas que suponemos son de todos, es alto el costo de las más de 4 mil concesiones.

Esto es, privatizar la calle a particulares a través de un permiso y hasta en algunos casos apócrifos, en una perversa relación entre autoridades y líderes de detallistas.

Aunado y no es menor a puesteros, el estar dispuestos a morir si es necesario, por su espacio, ese lugar que han dejado gran parte de su vida, y difícil será abandonarlo en esta transformación de la vida pública.

Habrá que ver en este “cambio de época, de modelo económico y político”, a un mes y después al primer tercio de mandato 2019-2021, o de entrada, dar solución y respuesta a esta catástrofe.

San Bartolo no puede seguir así, algo hay que hacer para salvarlo, de poner el espacio público al servicio del ciudadano-al peatón-de convertirlo en un área modelo del comercio contemporáneo.

El invertir hacia una nueva modalidad del espacio público que además, favorezca la vida social y la familiaridad, es decir constituir un escenario que posibilite el desarrollo de la sociabilidad pública.

Mutar y quizá resulte el sueño imposible, a una zona, donde la gente pueda re-crearse así misma, más allá de las diferencias de clase y los patrones habituales de consumo-

Lo anterior y al margen de “los tacos, huaraches, sopes, quesadillas, elotes, esquites, botanas y mariscos de muerte lenta, a la vez de la venta de ropa, tangas y otros artículos”.

Por Mario Ruiz Hernández


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