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POR: VÍCTOR MARTÍNEZ FRAGOSO

Un municipio invadido por vendedores de droga al menudeo, en donde las ejecuciones se han extendido por la impunidad que existe, no sólo en las localidades aledañas, sino en todo el Valle de México. Especialistas relacionados con las estrategias de Seguridad, explicaron el mapa de lo que ocurre en Coacalco, a pesar de la constante negativa.

A cambio, solicitaron el anonimato por temor a represalias de la delincuencia y/o del Gobierno estatal. El municipio está en crisis por la entrada casi simultánea de dos cárteles: Jalisco Nueva Generación, identificado con los intereses del Cártel de Sinaloa, y el Cártel del Golfo. El Cártel Jalisco Nueva Generación, considerado por la DEA como la organización criminal emergente más importante desde 2013.

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La delincuencia organizada, contrató a un sicario, un asesino, a decir de los funcionarios consultados, tan violento como poco diestro, pero relacionado con 30 homicidios en Coacalco, Izcalli, Tultitlán, Atizapán y Tlalnepantla. Las autoridades conocieron la relación entre Navarrete Valencia y El Pato, porque este último fue detenido el 9 de enero de 2014 durante una movilización de las Bases de Operación Mixtas.

Las autoridades recibieron una llamada anónima, denunciando a un grupo de personas armadas y vestidas de negro, cambiando sus ropas y lavándose manos y caras en el estacionamiento de un centro comercial. En el llamado se decía, que otro grupo de personas estaba recibiendo armas del primero. Soldados y policías llegaron, pero el segundo grupo huyó con las armas

Algunos hombres del primero huyeron a pie y, al menos uno de ellos, se escondió en una tienda de abarrotes, donde fue detenido. Lo revisaron y encontraron una pistola de juguete. El hombre rio y dijo su apodo: El Pato. “El cabrón amenazó a todo el mundo de que los iba a matar, pero al final se dobló. Existen tres tipos de policías: los que se intimidan, los que agarran dinero y los que aguantan. De estos últimos le tocaron al Pato, que aceptó su participación en 30 asesinatos y su relación con El 80”.

“Como no había nada, lo llevaron al Ministerio Público estatal para ahí obligarlo a que tomara una pistola, procesarlo por la portación de esa arma sucia con sus huellas. Esto es algo que se hace para torcer y supongo que también a gente inocente. Cuando llegaron, un ministerial del estado salió a defenderlo diciendo que “El Pato” era halcón de la Procuraduría, es decir, un informante de este lado. Cuando el militar que iba al mando se dio cuenta que el delincuente estaba protegido soltó el asunto.

¿Qué había pasado antes? La decapitación de dos narco-menudistas de las colonias San Rafael y Potrero de Laguna, unas de las más asoladas, lo que explicaría el lavado de manos y caras de los hombres en el estacionamiento, aunque solo un descabezamiento fue completo. El otro no se logró culminar en virtud de que, según las autoridades, el asesino utilizó un simple cuchillo en la maniobra.

Uno de los traficantes muertos, un muchacho menor de edad, había sido detenido algunos días antes. Antes de ser liberado por la poca cantidad de drogas que portaba, el muchacho relató que lo habían abordado para prevenirle que, en adelante, sólo compraría al Cártel Jalisco Nueva Generación. –¡Se van a la fregada! –habría dicho el muchacho antes de desaparecer en su motoneta y condenarse a muerte.

¿Qué pasó después? Al día siguiente, 10 de enero, existieron dos ejecuciones en la Cabecera municipal de Coacalco y uno más en Villa de las Flores. El problema del Estado de México no se constriñe al trasiego y venta a menor escala de sustancias prohibidas. Cerca de esta demarcación, en los municipios Tultepec y Tultitlán, se han encontrado laboratorios para la producción de metanfetaminas y piedra.

POR: VÍCTOR MARTÍNEZ FRAGOSO / NVMNoticias.com.mx